
La pandemia de COVID ha cambiado nuestra forma de relacionarnos. Y tal como van las cosas creo que va a perdurar.
Los dos principales cambios están relacionados con el uso de la mascarilla y con el teletrabajo.
La mascarilla cubre prácticamente dos terceras partes de la cara (si se lleva bienpuesta y ajustada). El margen superior queda muy cerca de la ojera. Asi que destaca de forma ostensible la mirada: ojos, párpados y zona periorbitaria. Sin la mascarilla nuestra atención está más difuminada en el entorno facial. Aunque lo primero que siempre miramos son los ojos, enseguida exploramos el resto de la cara y en la comunicación diaria comprobamos los microgestos a la hora de la comunicación. La expresión facial es muy importante en la relación interpersonal.
Con la mascarilla sólo tenemos los ojos y lo que nos dice la mirada.
Por otra parte el teletrabajo ha incrementado las comunicaciones digitales y las videollamadas. Lo que vemos en la pantalla puede no gustarnos, ya que la cámara puede distorsionar la imagen, la luz puede hacer que las sombras de pliegues, arrugas, ojeras se vean acrecentadas. Asi que es fácil dar una falsa impresión de cansado/a o tristeza. Sin flash, las sombras se ven más marcadas y se ven más las irregularidades de la superficie.
Por tanto la mirada se ha convertido en el centro de nuestra expresividad.